55 años de la
Promoción de Maestros
“Andrés Eloy Blanco”
de la Escuela Normal “Pedro Arnal”
Fueron
celebrados en Cumaná los 55 años de la Promoción de Maestros “Andrés Eloy
Blanco” 1956-1960, egresada de ls Escuela Normal “Pedro Arnal”.El acto, que ya
se convirtió en un reencuentro se cumplió en dos fases.Uno en la plaza que
lleva el nombre del poeta en el casco histórico de la Primogénita del
Continente. Allí estuvieron presentes colegas
residentes en la zona y otros
procedentes de diversas regiones del país. Entre ellos Pablo Aguilera y
su esposa María de Aguilera, Rosalicia Fuentes, Rosario Medina, Edry Alemán ,Nora
Canelón y su tia Margot García, Carlos
Villegas, Carlos Figueroa, Celina González y su hija Naovis, Edacia Rodríguez, Teresa
Monteverde, Luisa Ramírez, José Córdova y su esposa Eleida, Luisa
Jiménez, Josefina Barrios, Alcira Deffitt, Helena Camino, Mercedes Ravelo, Josefina
Barrios, Arcadio Rodríguez Mudarra, María Castillo y su nieta Johanna, Gisela Viera, Alcides
Yegüez y su esposa Anicia, y Antonio Rodríguez.
En el acto realizado en la plaza “Andrés Eloy
Blanco” el colega José Córdova recibió
una reconocimiento por su permanente colaboración en la organización de estas
celebraciones; hubo palabras de Cruz Boccaccio Solórzano hijo de la colega Gisela Viera; Saúl Saud
Medina, hijo de la colega Rosario Medina, recitó el poema “La Renuncia” de Andrés Eloy
Blanco.
El orador de orden, Pablo Aguilera fue presentado
por Rosalicia Fuentes y Charo Medina, maestras de ceremonia, quienes destacaron
la labor del colega, como educador en planteles de Caracas y otras regiones del país y como
periodista egresado de la UCAB, destacando
su trabajo en el estado Anzoátegui. Este es un resumen del discurso de orden
del maestro Pablo Aguilera:
Poeta
inmortal, mentor de nuestra Promoción de Maestros.Comité Organizador de
los actos conmemorativos de estos 55 años...Amigos, más que compañeros de
estudio, de nuestra Escuela Normal “Pedro Arnal” …Señores Invitados:
Agradezco la generosa amplitud de mis amigos,
cualidad que pondero por sobre la de simples compañeros de promoción, y me
felicito por la distinción de corresponderme este año la palabra previamente
reservada para quienes salimos un día a buscar rumbos fuera del ámbito de la
Escuela donde nos formamos. Percibo la feliz iniciativa como una mano amiga
extendida al hermano distante. Los imagino queriendo saber:
--Dígannos,
¿cómo les fue en su largo viaje?
Quisiera
responder en nombre de todos: Esto hicimos en el largo viaje: formamos
conciencia, construimos sueños, moldeamos ciudadanos, y nos sentimos felices en
saber que esa tarea fue también el norte de los compañeros que se quedaron a
sembrar en este suelo fértil.
¿Quién
no evocó desde la distancia a su Escuela, a sus profesores, a sus compañeros de
aula?
Con
la venia de su paciencia, pero en resguardo de la brevedad que se agradece,
quiero compartir el recuerdo de los amigos ausentes, muy particularmente de
Andrés Chong Castañeda y Hugo González, a quienes hubiese querido tener hoy
ahí, entre ustedes, para desempolvar recuerdos inolvidables.
De
ellos me he despedido dos veces: la primera, al salir de la escuela primaria
que compartimos en una pequeña casa en Caripito que llevaba nombre grande: Juan
Manuel Cajigal; aún así, los hacedores
de nombres pomposos la eliminaron del registro oficial, sin embargo nunca
pudieron borrarla de nuestras memorias.
Los
esperados encuentros en vacaciones para escuchar sus emocionadas anécdotas
sobre la Escuela Normal de Cumaná, pudieron ser la motivación para venir a ella
en el cuarto año, atraído por sus bondades.
Aquí
nos despedimos por segunda y última vez, desprevenidos de los designios de la
vida y del destino de nuestra Escuela. Nunca imaginamos que en mala hora una
mano avara cortaría el limonero del Señor, al eliminar de un plumazo la
existencia de las escuelas normales.
Muchos
recuerdos, nombres de amigos y profesores, y una vivencia no mayor de cinco
segundos que se quedó grabada para toda una eternidad. Me complazco en
compartirla con ustedes: Una mañana, pasaba frente a la Dirección en el momento
en que el profesor Jesús Alejandro Rivas atendía al teléfono. Con su voz de
rector, identificó a la institución, pleno de honra: --¡Escuela de Maestros!
Aquel
fugaz momento con su mensaje no intencionado, valió por todas las clases y
charlas del mundo. Significaba que yo formaba parte de una Escuela de Maestros
de tanto significado, que copaba el gozo y satisfacción de nuestro honorable Director.
Hoy,
una vez acortado el océano de distancia gracias al reposo que nos permite
acercarnos algunas veces, se puede ver como también disculpamos el tiempo
perdido durante la larga ausencia y aprovechamos el momento para acercar los
mundos que cada uno de nosotros quiere contar.
Al
inicio hablé de tres fechas, que en verdad son instantes en la Historia,
coincidentes en este año 2015. Gracias a
la costumbre universal de conmemorar aniversarios signados en cero o cinco, nos
encontramos hoy involucrados en los 500 años de nuestra ciudad Primogénita, los
60 de la partida de su Poeta inmortal y los 55 de nuestra Promoción de
Maestros, que se honra en llevar el nombre del gran Andrés Eloy Blanco.
Por
eso puedo decir que al quedar bautizados como Maestros, en aquel 1960, ya antes
nuestro Poeta tutor iba adelante con la antorcha levantada, iluminando caminos
con su palabra encendida:
Maestro.
Orinoco vertical / que
nace en la boca de Jesús/y desagua en el corazón de América / por dos brazos en cruz,
clavados de esperanza,/ Maestro, Segundo Ciudadano del Mundo,/He ahí a tu hija: América…
Para
finalizar, quisiera invitarnos hoy a recortar distancias y tiempos, y ganar
cada segundo, cada minuto, hora y día para la causa de la convivencia. Después
de tanto andar, podríamos volver la mirada hacia nosotros y preguntarnos:
--¿Guardaste
un poco de amor para ti?
Claro
que sí, el amor del Maestro es infinito, es inagotable, y así lo eterniza
nuestro Poeta en este extracto de su
Canto mural para el Maestro de Escuela:
-Vecina,has visto a mi niño de la mano del maestro? Ayer, me miró como hijo/ y hoy me miró como hermano / y mañana me mirará como Jesucristo a
los pájaros"
Concluido el acto en la plaza “Andrés
Eloy Blanco” el grupo se trasladó
hasta un hotel de la zona de San
Luis donde se realizó el acto social. Allí
algunos miembros de la promoción fueron objeto de reconocimiento. Luego los
presentes echaron un pie al ritmo de
diversas orquestas. Allí se aprobó la propuesta de la colega Nora Canelón de
realizar la próxima actividad en Maturín,
donde residen varios maestros de esta promoción.