CARACAS Y SU MÚSICA
Gustavo Martorano
JOSÉ ANTONIO CALCAÑO: MAESTRO
DE MAESTROS
José
Antonio Calcaño ha sido una de las personalidades mejor formadas en Venezuela
en los campos del arte y el humanismo. Nació en Caracas el 23 de marzo de 1900
y murió el 11 de septiembre de 1978. Fue
considerado, junto con los maestros Vicente Emilio Sojo y Juan Bautista Plaza,
como los tres grandes de nuestra música.
Calcaño incursionó con suma pasión en la
crítica musical, desarrolló una profiláctica labor en el mundo de la música de
hace casi medio siglo. En el campo de la investigación musicológica, realizó
importantes trabajos, unos inéditos, otros publicados. En su trabajo obras instrumentales de cámara, cuartetos,
tríos y dúos. Su nombre ha quedado
sembrado en la entraña de nuestro pueblo por toda una serie de autenticidades,
valores que pertenecen a nuestra
nacionalidad.
PRIMERO
FUE EL CANTO LLANO
La historia de la música en Caracas, se remonta desde los últimos años
del siglo XVI, cuando la ciudad tenía veinte y tantos años de fundada. Para
aquel entonces, era un pueblo pequeño; su forma era más o menos la de un
cuadrilátero de unos quinientos metros por cada lado. “Se podía andar de un
extremo a otro de ella en diez minutos” comentaba Calcaño.
Hay
que recordar que con Diego de Lozada habían venido más de cien españoles y dos
italianos, y fundaron la ciudad en el valle que los indios llamaban Taramaina,
al pie de la alta sierra cuyo primer nombre fue Guaraira-Repano. Al paso del
tiempo de la incipiente Caracas, se comenta, que por el año de 1591, un 16 de
julio, Luis Cárdenas Saavedra pidió al Cabildo de Caracas, ayuda para
establecer una escuela de música, en la cual enseñaría CANTO LLANO o
Gregoriano, “Lo que en realidad sucedió” dice Calcaño, “Es que Saavedra lo que
había pedido, era, que le dieran una casa donde vivir, para abrir allí una
escuela de niños que pagarían la enseñanza, y se comprometía a enseñar gratis a
los huérfanos de padre y madre. De manera que, de escuela de música ¡Nada!”.
“Pero es muy probable” continúa Calcaño, “Que en los primeros años de fundada
la capital, se oyera en el valle de Taramaina, la suave gaita de Juan Suárez,
que vino marcando el ritmo a las huestes de Losada desde las tierras del
Tocuyo”.
Y también, las primeras mujeres de Caracas
cantarían sus aires españoles, mientras lavaban o cosían; cantarían los negros
africanos en los campos de trigo o en los hatos de ovejas, junto al Guaire;
cantarían los indios por las noches sus quejumbrosos cantos en la Fila de
Mariches, o se oiría una clásica vihuela de cinco órdenes en manos de un galán,
alegrándole el corazón a una bella dama tras las rejas de su ventana.
LA
MÚSICA COMIENZA EN LOS TEMPLOS
La
historia de la música, casi sin excepción, comienza en los pueblos;
específicamente, en sus templos, llenando una función religiosa o mágica.
“Caracas en aquella época tenía cuatro templos: La Iglesia Mayor frente a la
plaza principal; la ermita de San Sebastián (hoy Santa Capilla), la ermita de
San Mauricio (dónde está el correo) y, el convento de San Francisco”. En la
Iglesia Mayor, para el año de 1591, ya había un órgano traído de España o de
Santo Domingo. Tocaba este instrumento el músico Melchor Quinttela. “Para 1640,
el Cabildo Metropolitano, ordena el establecimiento de una escuela de canto
llano, se dice que ésta fue la primera escuela de música que hubo en Caracas”.Para
1657, ya había, además del organista, seis capellanes de coro y un bajonista en
la Catedral de Caracas. “El bajón es un instrumento que tiene más o menos la
forma del fagote actual, su embocadura también es de caña. Se empleaba para dar
la nota para que comenzaran a cantar los capellanes del coro y en apoyarles en
el canto”
EL
PRIMER CLAVE
Se comenta que para el año de 1669, el
Capitán Don Francisco Mijares de Solórzano y su esposa Doña Catalina Hurtado de
Monasterios, tenían en su casa, situada en la esquina que hoy lleva su apellido (Esquina de Mijares), “Un
clave grande, que posteriormente había prestado al Padre Fray Felipe Salgado,
del Convento de San Jacinto”. “El clave es un instrumento que hoy se llama
clavecino, que es el mismo clavicémbalo de los italianos y el harpchord de los
ingleses”.
La presencia de este
clave grande, en una casa caraqueña, implicaba muchas cosas más: personas que
sabían tocarlo, piezas traídas de Europa y, un grupo de oyentes. Todo esto
existía ya en la Caracas del siglo XVII.
MAESTRO
DE CAPÌILA
Para el año 1669 había crecido la organización musical de la Catedral, lo que
hizo necesario la designación de un
Maestro de Capilla, cargo que implica una dirección superior de las actividades
musicales y, requiere la actuación de un músico de mayor capacidad y
preparación que la de un simple organista. El primer Maestro de Capilla fue el
Padre Gonzalo Cordero, a quien se fijó el sueldo muy considerable en aquellos
tiempos de 300 pesos anuales, con la obligación de enseñar música, órgano y
canto llano, a los ministros eclesiásticos. En todo ese tiempo, la Iglesia se
preocupó de la manera más desinteresada y laudable, de la enseñanza de la
música y, repetidas veces en la designación de los maestros de capilla
posteriores, se consignaba esta obligación de enseñar música, la cual al correr
de los años se hizo extensiva a los monaguillos, ayudantes y, a cualquier
persona que quisiera aprender.
Y
LLEGÓ LA GUITARRA
En los viejos tiempos, no se empleaba el
nombre de “guitarra” sino el de “vihuela”. Le decían “vihuela de mano”, porque había otra que se
tocaba con arco. La palabra guitarra fue introducida por el vihuelista catalán
Juan Carlos Amat, en los últimos años del siglo XVI. Esta guitarra constaba de
cinco órdenes y parece ser que no es de origen moro o árabe, como se cree,
dicen los entendidos, que proviene de la cítara romana, a su vez de origen Sirio
y, existen dos tipos: La latina con su forma actual y la morisca en forma de
laúd.
PROGRESO
DE LA MUSICA POPULAR
Toda esa música popular que iba creciendo
por sí sola, se iba fundiendo al paso nivelador del tiempo, para dar origen a
una música criolla, nueva, que tenía esa misma alma diferente que se le estaba
formando a la ciudad: Su alma propia, su alma caraqueña.
Fuente:
LA CIUDAD Y SU MÚSICA de José Antonio calcaño